Las sociedades europeas se enfrentan a rápidos cambios sociales, que traen consigo retos y beneficios. Esta rápida transformación de la sociedad, afecta a los cambios en las formas de familia, la fecundidad, el declive de la mortalidad y el aumento de la longevidad, y los cambios son más rápidos en períodos de inestabilidad económica y social. Una de esas transformaciones, el envejecimiento de la población en toda Europa, está provocando que los países experimenten el impacto de estos cambios rápidos en la sostenibilidad de sus sistemas de bienestar.